La soledad de Pippi
A Pippi no le importa estar sola porque así es libre e independiente, nadie coarta sus sueños y aventuras, y hace lo que le da la real gana. Pero en el capítulo titulado “La Navidad de Pippi”, nuestra amiguita está en su casa de “Villa Kuntervunt” celebrando la Navidad con su pequeña familia, a saber: su monito el “Señor Nilsson”, su caballo “Pequeño Tío” y la pequeña ratita del hogar. Está muy contenta, canta villancicos y baila, prepara una buena cena de Noche Buena, y a sus animalitos les hace estupendos regalos. En el jardín de su casa hay un enorme árbol que lo ha llenado de luces y adornos, y sobre todo ha colgado muchos regalos envueltos en papel de Navidad. Y después de la gran fiesta, Pippi se sienta en su mecedora. El fuego crepita en el hogar y se hace el silencio. A su lado está el “Señor Nilsson”. A Pippi empieza a ponérsele la carita triste, y le dice a su monito con voz apagada: _ ¿Sabes una cosa “Señor Nilsson”?... Estoy muy triste… ¿Y sabes por qué?... Porque he llenado el árbol de regalos y nadie viene a recogerlos._
Sí, mi querida Pippi. Que triste es tener un montón de regalos hermosos, y que nadie quiera venir a recogerlos. Es lo más triste de la soledad.
Pippi abre una ventana, se asoma, mira el cielo, y se pone hablar con su mamá, que como ya sabemos, es un ángel que está en el cielo. Finge estar contenta y no sentirse sola, pues no quiere que su mamá se preocupe por ella. A los pocos minutos llegan un gran grupo de niños amiguitos de Pippi que vienen del pueblo, incluidos claro está, Tommy y Annika. Han venido a felicitarle la Navidad y a traerle un regalo: una hermosa trompeta que Pippi se pone a tocar con asombrosa maestría. _ ¡Aquel árbol está lleno de regalos, pero tenéis que subir vosotros mismos a cogerlos! _Les dice Pippi señalando con el dedo el hermoso árbol del jardín de gruesas y extensas ramas. Y todos los niños ilusionados suben a coger los regalos. _ ¡Viva Pippi! ¡Viva! ¡Es la chica más maravillosa que conocemos!_ Exclaman todos los niños. Y nuestra querida Pippi, rebosa de alegría.
¡Gracias Pippi! Y no estés triste nunca más, porque somos muchos los que hemos recogido tus regalos… Esperemos que alguien venga a recoger los míos.
A Pippi no le importa estar sola porque así es libre e independiente, nadie coarta sus sueños y aventuras, y hace lo que le da la real gana. Pero en el capítulo titulado “La Navidad de Pippi”, nuestra amiguita está en su casa de “Villa Kuntervunt” celebrando la Navidad con su pequeña familia, a saber: su monito el “Señor Nilsson”, su caballo “Pequeño Tío” y la pequeña ratita del hogar. Está muy contenta, canta villancicos y baila, prepara una buena cena de Noche Buena, y a sus animalitos les hace estupendos regalos. En el jardín de su casa hay un enorme árbol que lo ha llenado de luces y adornos, y sobre todo ha colgado muchos regalos envueltos en papel de Navidad. Y después de la gran fiesta, Pippi se sienta en su mecedora. El fuego crepita en el hogar y se hace el silencio. A su lado está el “Señor Nilsson”. A Pippi empieza a ponérsele la carita triste, y le dice a su monito con voz apagada: _ ¿Sabes una cosa “Señor Nilsson”?... Estoy muy triste… ¿Y sabes por qué?... Porque he llenado el árbol de regalos y nadie viene a recogerlos._
Sí, mi querida Pippi. Que triste es tener un montón de regalos hermosos, y que nadie quiera venir a recogerlos. Es lo más triste de la soledad.
Pippi abre una ventana, se asoma, mira el cielo, y se pone hablar con su mamá, que como ya sabemos, es un ángel que está en el cielo. Finge estar contenta y no sentirse sola, pues no quiere que su mamá se preocupe por ella. A los pocos minutos llegan un gran grupo de niños amiguitos de Pippi que vienen del pueblo, incluidos claro está, Tommy y Annika. Han venido a felicitarle la Navidad y a traerle un regalo: una hermosa trompeta que Pippi se pone a tocar con asombrosa maestría. _ ¡Aquel árbol está lleno de regalos, pero tenéis que subir vosotros mismos a cogerlos! _Les dice Pippi señalando con el dedo el hermoso árbol del jardín de gruesas y extensas ramas. Y todos los niños ilusionados suben a coger los regalos. _ ¡Viva Pippi! ¡Viva! ¡Es la chica más maravillosa que conocemos!_ Exclaman todos los niños. Y nuestra querida Pippi, rebosa de alegría.
¡Gracias Pippi! Y no estés triste nunca más, porque somos muchos los que hemos recogido tus regalos… Esperemos que alguien venga a recoger los míos.