Pippi y la autoridad
El primer encuentro que tuvo Pippi con la autoridad, con la policía, no se puede decir que fue muy afortunado, al verlos entrar por el jardín Pippi dijo: "Mira quien viene por hay... los policías me gustan menos que la compota agria con moscas". No era para menos, los policías Klin y Klan iban enviados por tía Praselius para que la llevaran a un hogar infantil, porque era algo intolerable que una niña viviera sola en una casa y sin ir a la escuela. "¿A la escuela, para qué?" Les dice Pippi. "Para aprender entre otras cosas la tabla de multiplicar". Le dice Klan. Y Pippi le contesta: "No gracias, se apañármelas muy bien sin esa tabla de "plumificar". Eso no son mas que bobadas".
Pero con el tiempo, los policías y tía Praselius, se fueron haciendo más simpáticos y familiares. Hasta que Pippi llega a decir: "Yo no se porqué la gente les tiene tanta antipatía a esos dos, a mí Klin y Klan me caen muy bien". Es lógico, ¿qué sería de Pippi sin estos personajes, sin esta autoridad representada por tía Praselius y los policías Klin y Klan? ¡No habría nada contra que rebelarse! En un mundo anárquico no hay rebeldes; todo es una monótona y uniforme anarquía, y probablemente llena de injusticia. Pippi y la autoridad son como el ying y el yang, una armonía por oposición en la cual una no puede existir sin la otra, y cada una pose algo de la contraria.